jueves, 24 de noviembre de 2011

"La mujer que no se vistió de luto" (Fragmento) de José Bermúdez Hindemburg




Son borrones de pincel. Imágenes que no concuerdan, que se sobrepasan de sus contornos como un río que desborda su estrecho cauce. Sensaciones furtivas que confunden la propia mente. ¿Son reales? ¿Son falsas? Como sombras, como bruma, como una espesa niebla que le arrebata el rumbo al navegante. Era, quizás, mi mente muy pequeña para que poseyera la incauta necesidad de recordar las explosiones y los retumbos de esa guerra que duró poco más de un año. Cuando más pequeña era, tenía recurrentemente esos sueños. Veía por las noches aquellos destellos de luz oscura. Eran los retazos de un film de destilado de terror. De ahí que vienen esas sombras que asaltaron mi precoz infancia, y que poco a poco, fueron desapareciendo a medida que el sol se fue colando entre las primeras imágenes indelebles que tuve de Lord Ángelo y Lady Marie cuando por fin salimos de aquel escondrijo subterráneo.
Pero ¿qué fue exactamente lo que sentí cuando el reportero dijo «ataque de terrorismo»? Sólo miré a mí alrededor. Los gemelos, Lady y Bruno miraban casi con la boca abierta al telediario mientras Lord declaraba los hechos con un dejo de condescendencia nacional. ¿Qué más? Lady Marie salió corriendo hacia el cuarto de baño, Bruno trató de alcanzarla pero no logró siquiera tomarla por el brazo; Lady Marie se había escabullido rápidamente en un lugar bastante estrecho. Los miré. Los miré y no dije nada. «Cabe la posibilidad, aseguró el ministro de Guarda Civil, de que esto que aquí ustedes ven... sea un ataque de terrorismo.» Entonces fue como si mi cuerpo se hubiera disuelto en arena, y el viento la hubiera arrastrado hasta el extremo más lejano del universo. Igual que si las moléculas que conformaban mi cuerpo se hubieran separado las unas de las otras para que más tarde, se conglomeraran en algún otro espacio.

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