"—Le he estado hablando casi desde el mediodía, pero
no parece que haya oído nada —dijo Tengo.
—Cuando me
preparaba para ser enfermera; aprendí una cosa: las palabras alegres provocan
que los tímpanos de la gente se estremezcan con alegría. En las palabras
alegres hay vibraciones alegres. Independientemente de que las comprendan o no
lo que se les está diciendo, los tímpanos vibran con alegría. Por eso a las
enfermeras nos enseñan a que tenemos que decir cosas alegres en un tono alegre.
Sea cual sea la lógica que lo explica, le aseguro que funciona. Se lo digo por
experiencia.
Tengo
reflexionó un rato sobre eso.
—Gracias—, le dijo. La enfermera Omura asintió y se marchó a paso ligero. "
Del libro "1Q84" de
Haruki Murakami
Es quizá muy
trillado decir que en este momento inicia un
largo camino hacia una larga vida, pero aunque trillado sea, es verdad.
Cada vez que damos un paso nos alejamos del principio y nos acercamos al final, pero en el profuso
trayecto del principio al fin existe un espacio que es como un lienzo blanco
preparado para ser pintado con bellos paisajes o caprichosas figuras. La
decisión de pintar sobre aquel lienzo árboles altos y hermosos o rayar sobre el
caballete líneas de expresión irreflexiva es y será siempre nuestra. Nosotros,
seres humanos que pensamos, que escribimos; que tomamos decisiones y que
hablamos..., nosotros seremos el día de mañana los culpables o autores de
aquella amplia galería de pinturas
frescas llamada comúnmente: vida.
Es cierto:
nuestra existencia está irrefutablemente ligada a las demás personas que nos
rodean, sin embargo, está también impertérritamente decidida en su totalidad
por nuestras acciones..., decisiones que tomamos y que alteran el siguiente
acto. Tomando las palabras de Florence Nightigale: "No es importante lo que el
destino haga de nosotros, sino lo que nosotros hagamos de él". Eso es en verdad lo importante. Y
es importante reconocerlo, porque quizás a través de nuestro futuro en el
amplio rango que existe de principio a fin, de nacimiento a muerte, nos
encontraremos con millones de Ivonnes Zamoras que fingen dar clase. Nos
toparemos con centenares de Betitos que piensan que a la juventud se le debe
mantener amansada y reprimida en el fondo del aula de sus pensamientos. Que no
se les debe de dar ánimos para seguir adelante. Que se debe de partir a la
comunidad estudiantil en los buenos estudiantes y los malos estudiantes, cuando
alrededor de todo esto se encuentra el seno de la problemática más profunda en
el tópico de educación. Pero aún así, sobre todo esto, debemos de ser fuertes,
de dejar de tener miedo a expresarnos con palabras, de dejar de reprimirnos a
nosotros mismos por comentarios destructivos de las personas que por el simple
hecho de formar parte de una administración, se creen capaces de destruir una
conciencia, un juicio y un razonamiento juvenil. Ser joven
y no ser rebelde es algo casi innatural. Todos nosotros, la sociedad naciente
del México del futuro tenemos la clave para desterrar a los malos gobernantes,
a los malos profesores, a los malos empresarios y demás patraña social para,
habiéndose limpiado el terreno, plantar la semilla de una regeneración
holística y verdadera, la cual, iniciará forzosamente en nuestro pensamiento
defendido.
De aquí hacia
adelante, solamente; mirar hacia
atrás...nos quita tiempo de camino.
J.B.
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