jueves, 22 de septiembre de 2011

Mensaje de despedida a mis compañeros de generación

A los presentes aquí reunidos, especialmente a los graduados...

"—Le he estado hablando casi desde el mediodía, pero no parece que haya oído nada —dijo Tengo.

—Cuando me preparaba para ser enfermera; aprendí una cosa: las palabras alegres provocan que los tímpanos de la gente se estremezcan con alegría. En las palabras alegres hay vibraciones alegres. Independientemente de que las comprendan o no lo que se les está diciendo, los tímpanos vibran con alegría. Por eso a las enfermeras nos enseñan a que tenemos que decir cosas alegres en un tono alegre. Sea cual sea la lógica que lo explica, le aseguro que funciona. Se lo digo por experiencia.

Tengo reflexionó un rato sobre eso.

—Gracias—, le dijo. La enfermera Omura asintió y se marchó a paso ligero. "

Del libro "1Q84" de Haruki Murakami

Es quizá muy trillado decir que en este momento inicia un  largo camino hacia una larga vida, pero aunque trillado sea, es verdad. Cada vez que damos un paso nos alejamos del principio  y nos acercamos al final, pero en el profuso trayecto del principio al fin existe un espacio que es como un lienzo blanco preparado para ser pintado con bellos paisajes o caprichosas figuras. La decisión de pintar sobre aquel lienzo árboles altos y hermosos o rayar sobre el caballete líneas de expresión irreflexiva es y será siempre nuestra. Nosotros, seres humanos que pensamos, que escribimos; que tomamos decisiones y que hablamos..., nosotros seremos el día de mañana los culpables o autores de aquella amplia  galería de pinturas frescas llamada comúnmente: vida.

Es cierto: nuestra existencia está irrefutablemente ligada a las demás personas que nos rodean, sin embargo, está también impertérritamente decidida en su totalidad por nuestras acciones..., decisiones que tomamos y que alteran el siguiente acto. Tomando las palabras de Florence Nightigale: "No es importante lo que el destino haga de nosotros, sino lo que nosotros hagamos de él". Eso es en verdad lo importante. Y es importante reconocerlo, porque quizás a través de nuestro futuro en el amplio rango que existe de principio a fin, de nacimiento a muerte, nos encontraremos con millones de Ivonnes Zamoras que fingen dar clase. Nos toparemos con centenares de Betitos que piensan que a la juventud se le debe mantener amansada y reprimida en el fondo del aula de sus pensamientos. Que no se les debe de dar ánimos para seguir adelante. Que se debe de partir a la comunidad estudiantil en los buenos estudiantes y los malos estudiantes, cuando alrededor de todo esto se encuentra el seno de la problemática más profunda en el tópico de educación. Pero aún así, sobre todo esto, debemos de ser fuertes, de dejar de tener miedo a expresarnos con palabras, de dejar de reprimirnos a nosotros mismos por comentarios destructivos de las personas que por el simple hecho de formar parte de una administración, se creen capaces de destruir una conciencia, un juicio y un razonamiento juvenil. Ser joven y no ser rebelde es algo casi innatural. Todos nosotros, la sociedad naciente del México del futuro tenemos la clave para desterrar a los malos gobernantes, a los malos profesores, a los malos empresarios y demás patraña social para, habiéndose limpiado el terreno, plantar la semilla de una regeneración holística y verdadera, la cual, iniciará forzosamente en nuestro pensamiento defendido.

De aquí hacia adelante, solamente;  mirar hacia atrás...nos quita tiempo de camino.
J.B.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Op. 10 - Carroñero

Era una fresca mañana de octubre, los pájaros revoloteaban alegremente entre las ramas de los setos del parque, el señor heladero repartía su sabor chicle y zarzamora con queso a mitad de precio; sobre sus patines, un niño y una niña dibujaban círculos de aire alrededor de la fuente mientras, sentado en una banquita cercana de piedra, un niño silbaba melodías que nunca nadie había escuchado. Contaban las personas a murmullos que aquel niño no tenía padre ni madre, que aquel niño era sordo porque le echaron el ojo o porque silbando se comunicaba con el diablo. Como era, las mujeres del pueblo, las niñas y los niños se apartaban del pequeño silbador. Lo que no sabía toda esta gente, era que el niño que silbaba sentando impasible en una banquita de piedra, cerca de la fuente del parque, se comunicaba con las aves que revoloteaban sobre las hojas y las ramas de los setos. Este pequeñín se llamaba Avión, porque según la costumbre del pueblo, se debía llamar a los hijos como el primer objeto que se cruzase en la mirada; en el caso de la madre de avión, fue, de hecho: un avión en el cielo. Y es que antes de los días presentes, aún no existían los aviones, es más, ni siquiera se pensaba que algo que no fueran los pájaros pudieran nadar en el cielo; por tanto, los nombres eran como: rosa, margarita, can, águila voladora de plumas moteadas o estrella magna en el cielo. Pero al niño llamado Avión, le tocó llamarse: Avión.


Y avión podía comunicarse con los pájaros, esos aviones que no eran falsos y hechos de metal. Un día, mientras la mañana transcurría como siempre, sin escuela, ni trabajo ni distracciones de un padre que oficia misa, Avión se subió a un árbol para convocar a los gorriones a que se juntaran con los zopilotes. Los gorriones eran unos señoriales personajes entre la comunidad de pájaros: vestían de plumas finas hechas por la madre naturaleza con especial cuidado en las desvanesencias de colores; se colgaban un monóculo en el ojo derecho y tomaban en té a las dos de la tarde: era imposible a que se juntaran con los zopilotes, esos seres negros, sucios y que se alimentan con carne muerta. No como ellos, que únicamente recogen finas semillas y seleccionadas hojas de seto. El problema por el que Avión deseaba que los gorriones se aliasen con los zopilotes era porque una tarde vio como un zopilote niño, al ver un cadáver de gorrión, no se lo comió, en lugar de eso, le buscó sitio debajo de un frondoso rosal y de dio cristiana sepultura. Detrás de un arbusto de zarzamoras, Avión miró aquel acto piadoso del Zopilote. Por eso se decidió a que Zopilotes y Gorriones fueran amigos.
Cuando fue a hablar con Zopilotes del asunto, estos se mostraron indiferentes y le contestaron que les daba igual ser amigos de los gorriones o no. De cualquier forma, sabía que aunque fueran amigos, lo serían falsamente, pues lo gorriones ni los zopilotes cambiaban. Avión miró al pequeño zopilotito que le dio sepulcro al ave muerta, no dijo nada y se bajó del árbol.
Entonces, un día, convocó a los zopilotes y a los gorriones a una junta al pie del rosal grande, cuando el cielo se pintara de un naranja atardecer, pero no les dijo a los unos que asistirían los otros.
La tarde llegó, y cuando el cielo se pintó de naranja los zopilotes y los gorriones fueron a ver a Avión, y se dieron cuenta de la molesta coincidencia. Los gorriones se indignaron y amenazaron a Avión de retirarse  si los Zopilotes no se iban. Avión trató de calmar a todos con su particular silbido. Todos los demás callaron. Luego Avión tomó un brazo del rosal y lo levantó para descubrir una pequeña lápida que decía que ahí  yacía un gorrión cristiano. Los gorriones casi se desmayaron al ver la tumba del tamaño de un palmo; por su parte, el zopilote que enterró al gorrión muerto se escondió detrás de su madre. Mientras tanto, los gorriones se arremolinaron en torno a la tumba y rezaron padres nuestros y aves marías. Luego, se cubrieron con una capa negra para mostrar dolor y dijeron retirarse de ahí.
Avión los detuvo antes de que echasen a volar y les contó que aquel zopilotito le había dado cristiana sepultura al avecita muerta. Los gorriones callaron, miraron a los zopilotes como diciéndoles "gracias" y se marcharon volando a paso de marcha mortuoria. Cuando Avión se giró para ver a los zopilotes, únicamente encontró a un zopilotito muerto, con la cabeza torcida y los ojos bien abiertos.
Los zopilotes adultos se habían echado a volar, y de ellos no quedaba ni rastro. Segundos después, Avión tomó al zopilote entre sus manos y se lo llevó al jardín de su casa para enterrarlo. Sus padres lo descubrieron, lo regañaron y le dieron manotazos para que no se le pegara lo sucio de los zopilotes, de todas formas, un animal carroñero que come carne no valía la pena de darle sepultura.
Madre, le dijo Avión, nosotros comemos carne, somos carroñeros y no nos merecemos la sepultura.
Al día siguiente, Avión amaneció muerto. Nadie lo quiso enterrar y en su cuarto se descompuso hasta que la historia lo enterró en la memoria de los que nada quisieron contar. Como a mí la muerte me carcomía, decidí irlo a buscar a aquella casa. Recogí sus huesos sin carne y los enterré... No dudo que en este momento, la gente me ande buscando para darme muerte, y dejarme sin sepultura.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

City Noir. Fragmento.


          Ya veo el bulevar, también la iglesia que se va de lado. ¿Qué es ese gran cuadro de piedra? Se asemeja a la fotografía de tu hermana. A los compañeros caídos, alcanzo a leer. Se me cansan los ojos, además, la lámpara de mercurio parece morirse. No me he dado cuenta de que ahora camino más rápido, tengo los brazos extendidos como queriendo dar un abrazo, sé que estas cerca, que tu lecho es próximo a mi cuerpo. ¡Ana Martha!, grito. ¡Josecito!, imploro con ayuda de mi esfuerzo. Toso, me salen las flemas. Me calmo y destapo el estuche, saco mi violín y traigo a mi mente las notas del concierto. Me posiciono frente al epitafio e inicio con los primeros compases; unos murmullos se oyen de entre los árboles enanos, los perros ladran, un claxon resuena, chinga tu madre, escucho de nuevo. Pienso en ti posando para el periódico, en ti comiendo pozole en mi casa, en ti besándome los senos, en ti llevándome a tu casa en el caballo. Sigo tocando el concierto para violín de Tchaikovski y me acelero en velocidad. La dinámica esforzada, un fortísimo adelantado. ¿Te gustaría como la toco?, es que hace frío, se me entumen los dedos hinchados por la artritis. ¡Josecito!, aquí te espero, nada más déjame terminar. De seguro Ana Martha vendrá a reconocerme, de seguro todavía no te levantas de la mesa, de seguro apenas le pagas el café y el pan de dulce. De seguro sigues vivo..., de seguro, no estás muerto.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Zapatero a tu zapato. Parte 1.

Cierto día, un jovencito de quince años, fue a inscribirse a equis institución. Era la última oportunidad que tenía para estudiar el bachillerato, y qué mejor, si este bachillerato era técnico, es decir; que además de un certificado de preparatoria obtendría también un titulo profesional de carrera corta. La oferta educativa de dicha institución poseía tres carreras "profesional técnico bachiller": Enfermería, Contaduría y Prótesis Dental. El jovencito se decidió por Contaduría y escribió en su cédula de preinscripción la clave asignada. No fue hasta el día en que lo aceptaron cuando se dio cuenta que cometió un gran error. En lugar de haber escrito la clave de contaduría, escribió la de enfermería. Entonces juró cambiarse de carrera tan pronto como tuviera oportunidad, y con esa idea inició el primer semestre; tronco común. Tiempo después, le llegó la oportunidad de cambiar la clave errónea. Sin embargo, este jovencito odiaba la burocracia sin sentido y por tanto, siguió estudiando bajo la clave de enfermería. De esta forma, se evitó formarse en una larga cola de copias, sellos, firmas y demás basurerío de hojas y de tinta...Tácitamente, también se evitó haber cometido el peor error (considerado así en el momento) de su vida.

Comenzó el segundo semestre, y dicho jovencito se adentró en los campos de la anatomía, de la patología  y de la enfermería  propedéutica. Al principio sintió haber cometido el peor error de su vida por haber dejado pasar aquella oportunidad de cambiar la clave mal escrita. Pero ya estaba a bordo del barco, y si intentaba bajarse, sin lugar a dudas se ahogaría. Entonces se giró hacia la cubierta y vió que aquello no era tan malo; se trataban enfermedades, partes del cuerpo y demás parénquima sintetizada, estéril y dizque médica. El jovencito se deshizo del "dizque" para decir "médica". Ahora ya poseía unas bases muy simples de lo que aquella carrera técnica trataba.

Los cuatro principios fundamentales de la enfermería se le grabaron bien adentro de su mente. Y hasta la fecha, según  cuentan, permanecen ahí como la marca de un fierro caliente que quema la piel del ganado. En ese sentido, los fundamentos de la enfermería sellaron su  mente tierna y se la apropiaron con una celeridad absoluta y franca...Se vino el cuarto semestre, las especialidades de la enfermería resultaron para él tan simples como apagar un fósforo con el aliento. Ya no cabía duda alguna de que aquel jovencito  formaría parte de las legiones blancas y planchadas de la enfermería. Entonces trajes quirúrgicos, jerga médica, libros especializados, glucosa, aminas, drogas, y demás fiesta de medicina llenaron su ordenado ser. Pero muy adentro de él, algo rico y delicioso manaba sin detenerse. Pero se venían las patologías y el flujo de su ser se opacaba y se agazapaba en el fondo de sus ojos. Y así, sin dejar de ser, aquello permaneció ahí. Constante.
Tres años después de que cometió aquel desmesurado error de escribir una clave que no era, se le vino la hora de terminar la carrera y el bachillerato. Ante la secretaría de salud ya podía  ejercer en sus sacrosantos y pobres escenarios hospitalarios (aunque mostró facilidad de nadar por los pasillos con olor a bilis desde mucho antes) y así sería. Para obtener su título de Enfermero General debía devolverle a la patria lo que esta le había brindado. Haría el servicio social. Pero antes de que pisara su hospital encomendado, ese algo, ese aquello surgió como violentamente mana la lava del cráter de un volcán en activo. Ese algo se sobrepuso al hospital por un instante, luego volvió en sí...y se dio cuenta que aquello y enfermería debían permanecer juntos para siempre, si querían vivir tan bien como habían vivido hasta entonces. Luego, enfermería y literatura se juntaron, y fueron como inseparables hermanas; como el alma de un ser viviente, el espíritu que llena lo estéril y lo inerte. Se polimerizaron tan ferozmente que cualquier intento de separarlas, causaba un dolor inmenso en el corazón del chico, por lo tanto, decidió abrazar a las dos y hacer de ellas, su vida para siempre.

sábado, 2 de julio de 2011

I had this crazy dream last night...

— ¡Bendita!
Las gotas caen del techo y se estampan con las soleras del patio.
— ¡Bendita!
El gato negro que se había refugiado bajo las grandes hojas de la enredadera salió de un brinco y estiró el cuerpo. Soltó un maullido breve y huyó hacia los portales azules del fondo.
— ¡Bendita!
Quedaban unos sutiles remanentes de la lluvia de la noche. En julio los niños no van a la escuela, por lo tanto las mañanas son quietas como el gato que se ha trepado al muro tejado y se relame tranquilamente las patas. El vapor de lluvia se desprende como el respirar de la tierra...
— ¡Bendita!
..., ..., ..., ...
El reloj marcaba las nueve y cinco y nadie se escuchaba, solo las goteras armaban un silencio acompasado de tronidos suaves. El gato había terminado de asearse y únicamente miraba al horizonte como estudiando el clarear. En sus ojos se reflejaba el verdor de las montañas, cansado movió los bigotes y de un brinco se fue...
— ¡Bendita!
La señora empuja la puerta y deja la caja de plátanos encima del asiento de palo.
— ¡Bendita tu señora, Santísimo! Ves que una va por los plátanos del apoyo a estas horas de la madrugada y usted que nomás berrea. ¡Qué caray con usted que sigue acostadote!
El señor la mira indispuesto a escuchar su descontento. Ella se acomoda los grandes senos moviéndolos dentro de su vestimenta súper colorida y se echa en el asiento contiguo a los plátanos. Suspira.
— Bendita —la mira y le avienta un beso de viento—, anoche tuve un sueño loco.
— ¿Ah sí? —le dice Bendita con tono sarcástico y se estudia las uñas con detenimiento. Prosigue—: ¿Qué soñaste pues?
Santísimo se sienta sobre la cabecera y se protege con los brazos cruzados.
—Tuve este extraño sueño en donde los candidatos al gobierno compraban el puesto, era un país de pobreza; no existía la equidad ni ninguno de los derechos humanos —Santísimo le da tiempo a Bendita para que haga comentarios pero ella no hace ninguno; Santísimo prosigue.
» Estaba en una ciudad donde las personas tenían la misma cara, la misma ropa, que era roja, iban hacia un mismo lado; caminando al paso lento, y si los mirabas de cerca, andaban de reversa. Me decían “Voto ulterior” Ese sábado me llevaron por la noche a una cerca y allí me dispararon con tinta azul, me dejaron allí tirado. Un hombre amarillo me levanto, me cargó  y en su camioneta me rellenó de veneno dorado. Era dulce al principio…en amargo se trasformó al final. Como la primera vez me aventaron a la intemperie. Llovía. Al último llegó un tipo guapo —mira de reojo a Bendita, no vaya a ser que lo malinterprete—, y  me cargó hasta su limosina; allí me dio una taza llena de chocolate  caliente que humeaba y se condensaba en mis bigotes, le di un sorbo y con esto caí en un sopor delicioso. Se despidió de mí con un apretón de manos diciendo: —Estaré ahí cuando me necesites.
» Me bajé de su  limosina y parado ahí  me quedé  setenta años, bajo la lluvia. Viendo pasar las ánimas que al verme aventaban una moneda de aire y con un ademán decepcionado, se iban al purgatorio y de ahí los regresaban para sufrir otro seis años  más. El alma les brillaba en escarlata refulgente. Bendita, me mojé con meados, la mierda me sirvió de alimento. Pensaba en el tipo guapo y lo llamaba…jamás regresó por mí. Pasaba junto a mí  pero se hacía  el desentendido. Cada seis segundos pensaba en él y elegía su providencia; de ella recibía solo viento y con él me fui  llenando. Cuando pasaron setenta años estaba trasparente, sin color. Ni los orines me coloreaban ni la mierda me alimentaba, me aburrí de ella y solo cuando decidí no comerla más desperté.
Bendita se le queda mirando y agita la cabeza en señal negativa.
— ¿Qué  pasó, bendita? —le inquiere como intentando leer sus pensamientos.
Ella se queda pensativa y de pronto se sobresalta, se ha acordado de algo. Inhala profundo y dice:
—Levántate, Santísimo. Que hoy hay elecciones… ¡A votar!
Ambos se espabilaron cogiendo la ropa que encontraban a su paso para abrigarse y salieron a paso decidido. Se perdieron en el horizonte; eligieron no seguir comiendo mierda y entonces regresaron con color de veras.
» Tuve este extraño  sueño anoche, en donde los políticos no se acordaban de sus promesas, donde cambiaban al país con cuerpos deshechos en campos de batalla (hogares y calles rodeadas de civiles). Soñé con un ejército de querubines chamuscado…un lugar que se asemejaba a un infierno sin fuego, las balas eran palabras y en los diálogos salían muertos vivientes. Todo dudaba, era todo falso…la cultura era olvidada, no como ahora, porque ahora que dejé de alimentarme con mierda, logré despertar.

viernes, 1 de julio de 2011

Existo luego pienso.

En dos mil cuatro, el escritor inglés Mark Haddon llegó con una obra que revolucionaría para siempre las publicaciones que trataran sobre autismo. “El Curioso Incidente del Perro a Medianoche” (Salamandra, 2004) se convirtió rápidamente en el espejo que reflejaría la situación que viven cientos de niños alrededor del mundo; un filtro por el cual los humanos lograríamos ver  un poquito más de cerca aquel mundo lleno de lógica y rectitud. Por ello se le concedió el Premio de la Commonwealth al Mejor Libro.
Unos años después, acá en occidente, la escritora sonorense Eve Gil dio un electrochoque al género mangako con el que le devolvió nueva vida, este choque eléctrico (queriendo o sin querer)  también contuvo rasgos autistas. “Sho Shan y la Dama Oscura” (Suma de letras, 2009) fue una obra apreciada por los lectores y hoy día, aún no deja de causar vibraciones emotivas en cada uno de los nuevos seguidores que alcanza.
Este dos mil once llegó un nuevo libro como muchos otros, y, como muchos otros, causo revuelo entre los ávidos lectores que devoraron sus páginas. Pero hay algo que hace un tanto especial a esta obra de las demás, y esto es:
…El mar…
            …la playa de arena blanca…
De esta forma, Sabina Berman en su novela “La mujer que buceó dentro del corazón del mundo” (Planeta, 2010) inicia el relato de doscientas ochenta y cuatro páginas que se irían como una sola…
Entonces, en el recuento estaba Haddon con Christopher John Francis Boone, el chico que conoce las capitales de todos los países del mundo, la teoría de la relatividad y puede recitar los números primos hasta el 7,507. Luego Eve con Lulú, la niña de preescolar que es acusada de haber asesinado a su mejor amigo, Toto. Y ahora Berman con Karen, la zootecnista que nace gritando a todo pulmón, completamente formada, pelona; con todo y calcetas y huaraches puestos. Todos estos caracteres son, de alguna u otra forma, autistas. Mark no lo dice, Gil lo menciona furtivamente como AS (Asperger’s Syndrome) y Sabina lo grita: Autista.
Ya está, el punto al cuál quería llegar, la etiqueta que propuso Leo Kanner hace muchos años y que luego Hans Asperger le dio un subtipo, algo así como un hijo: El síndrome de Asperger.  Esta condición autista (encerrado en uno mismo) sugiere sutiles cambios entre un caso y otro caso, y sin embargo, el mismo espectro se manifiesta así: relación interpersonal deteriorada, puntos extremos de conducta y de actitudes (y aptitudes, obviamente) y una genialidad imparable.
Karen es así como es Karen.
Karen es así como es Yo. Porque para Karen, Karen es Yo
Berman supo en qué medida dosificar el autismo en las palabras. Como ya he mencionado, las doscientas y tantas páginas escurren por la vista como si fueran un solo folio y a través de estas  -¿o de esta?- vamos mirando a través de unos ojos tan puros como la luz de un bosque sano, al ambiente estéril (y no me refiero a lo limpio sino a lo infructuoso) contrapuesto a esta clareada bondad. Y así llegamos a conocer a una chica que se ha convertido en la tácita heredera de una industria atunera y de un caserón antiguo, y que de alguna forma, ataviada en su traje de neopreno, nos logra llevar hasta los litorales de Mazatlán e incluso, sin ahogarnos, nos sumerge en las aguas azules del pacífico mientras la pesca se lleva a cabo desde arriba; bajo la tradición ancestral de pescar atunes con arpones delgados. Karen se adentra en su cápsula semipermeable llamada autismo separándose así del mundo al que no pertenece y que sin embargo, ha sido destinada a vivir, a pensar y a existir; esto, en el orden que ella quiere: existir luego pensar. Llenar los pulmones de aroma de limón y comer lenguas de atún caro en medio del océano ¿Por qué entonces pensar si se puede existir antes? ¿Quiénes son los autistas? ¿Los de éste lado o los del otro? Y mientras, la pesca sucede y el mar se ha teñido de rojo sangre.
Una faceta activista a favor del medio ambiente es llevada a lo largo de la trama. Karen se va a estudiar a otro país. Estudiará  Zootecnia sin saber porqué; bajo  órdenes de la tía tutora.
 La niña greñuda, Yo, aquella mugrosita que tiene la marca del salvajismo humano cruzando su espalda, surcándola en diagonal de un lado al otro, ella se convertiría en una activista ecológica para salvaguardar los atunes azules y luego, será reconocida en los pódiums más altos y honorables. Increíble pero antes de nacer, su madre le ha hundido en las bajezas del animalismo y como castigo cayó en la putrefacción del olvido donde se quedaría para siempre. Murió una vez y luego otra vez, luego para siempre. Entonces Karen ha nacido, su tía le ha dicho Yo y ella Yo, luego Tu; después millares de papelitos de colores bañaron el  universo y en seguida universitaria. Una adolescente que nunca dejó de ser Yo; ella misma dentro de Karen. Al final: dentro del corazón del mundo.

jueves, 9 de junio de 2011

¿Por qué Lujambio puede dormir?

Son exactamente las doce de la noche. El calor de las cobijas me agobia. Me enredo en el infierno del edredón y de la almohada pero el sueño me elude. ¿Por qué Lujambio puede dormir?...

Si la humanidad logró conquistar el terreno lunar porqué esta noche descansan en los tiraderos los niños de la calle. Porqué si un hombrecillo descubrió el átomo y otro más lo utilizo para crear la bomba que diera la victoria a los estadounidenses, el día de hoy, de cada dos niños nacidos vivos en México, uno muere por afecciones perinatales. Pero lo que me mantiene en vela es: porqué si habiéndonos superados a nosotros mismos en cuanto a tecnología, sistemas políticos y de producción; creando la Volkswagen, la Mitsubishi. Pasando desde la vacuna antirrábica hasta el fin de la sonda espacial Endeavour existen esta noche y mañana, y los días después de mañana aquellos niños, adolescentes y jóvenes adultos que miran hacia el incierto horizonte de su futuro personal. ¿Por qué? Yo tengo una respuesta: La mayoría de nosotros, seres humanos, somos individuos –valga la redundancia–, individualistas. Nos preocupamos únicamente por lo que es nuestro, lo demás nos viene valiendo lo que a un banquero el hambre de los haitianos. Hemos caído en un círculo vicioso del que ni siquiera tratamos de escapar. Observamos a jóvenes en su más profunda ignorancia sobre la vida real y allí, con sus caritas agazapadas sobre sus pechos modestos, les abandonamos y a continuación seguimos haciendo lo nuestro. Es más, ahí está la escuela para que aprendan. Diría la sabionda lengua de mi abuelo: “Peor tantito”. De aquí sale otra vertiente: ¿en verdad la secretaría de educación en su sacratísima conjunción con el gobierno federal ha progresado en esta materia? La respuesta está trillada; usted ya se la sabe: No.

Pero abordar la vertiente no es mi punto principal sino seguir el hilo problemático de los grupos rezagados (ojo, ni siquiera me refiero a las personas con capacidades diferentes o grupos marginados) y solucionarlo. ¿Cómo? He allí la cuestión. Ahora, para explicar lo que a continuación escribiré es necesario que haga una comparación: Si una madre (en su sano juicio, por supuesto) escucha a su hijo gritar de hambre, va y le acerca su seno para alimentarlo. De acuerdo a eso, si yo miro a un joven excluido de la suciedad, digo, sociedad trataré de integrarlo. ¿Cómo? He allí otra cuestión, pero esta es de una respuesta simple: no ignorándolo. Tomándolo en cuenta, haciendo valer sus conocimientos previos y en base a eso tratar de recuperar el tiempo que la sociedad le ha robado mientras le omitía como una coma o un acento en las pláticas por SMS de los adolescentes.


Si el día de mañana, o en unas horas e incluso, cuando se despidan de la computadora para tomar aire fresco (smog) en la calle y miren pasar a un alcohólico-vagabundo-analfabeto-corrompido-delincuente-joven, en lugar de mirar al otro lado, ladear la cabeza y lanzar prejuicios destructivos, siéntanse culpables porque su estancia como ciudadanos está estéril, y como está estéril, no perdura y su existencia se morirá en el olvido como los desechos humanos que se van por el excusado, nadie vuelve a preguntar por ellos.

Salud y Prosperidad.

Nota: Protección Civil de cada comunidad o municipio está con los brazos abiertos para recibir a jóvenes interesados en hacer algo por su comunidad. Infórmenlos, anímenlos, no los ignoren. Son jóvenes. Son la esperanza de un mundo mejor.
Protección Civil Temoaya
Participación es Protección