martes, 17 de mayo de 2011

Regeneración

Hace ya bastante tiempo que no tenía la cabeza fría mientras escribía una entrada en este cuaderno.

Es noche, son las doce y siete de la madrugada; justo hace un año narré por este medio mi primer experiencia en una ambulancia. Acompañaba a mi compañera quien padece de epilepsia a la clinica 220 del IMSS.

Ya soy mayor de edad y en ocasiones me pregunto: ¿Eso cambia las cosas?, es decir, será este un aspecto que cambie de verdad (me refiero EN VERDAD) algo en mi vida, además de votar y sacar créditos bancarios que no podré pagar...digo, que  pagaré sin demora y además,  ¿ser penalmente aplicable a las celdas? No lo se, aún lo pienso...

Me ha llegado también el momento de decidir que tipo de vida profesional quiero llevar; lo sé, para algunos es algo bastante simple, algo que definieron desde el momento en que siendo pequeños, el padrino les regaló unas botas de trabajo negras y soltaron: ¡Quiero ser ingeniero como mi padrino! Pero en el otro extremo, estamos aquellos que aún descubriendo habilidades, aptitudes y actitudes acordes a alguna profesión (o algunas, si aplica) no hallamos "para dónde jalar" y el tiempo que transcurre desde que saltan las convocatorias a los ojos de la nación hasta que aplicas para algún exámen se convierte en un periodo estresante, bochornoso y aterrador, en fin...parte del desarrollo humano (sic).

Tal vez, experiencias que no viví durante años anteriores a esta edad (cuatro o cinco) se amontonaron en unas cuantas semanas y me hicieron ir desde una distimia crónica hasta una manía de grandiosas proporciones; obviamente hinchada por el amargo diazepam, y esto, ahora que ha pasado, me llena de buenos recuerdos, de sabias memorias y de hostigantes aprendizajes. Ah! y de empalagosas personas...

He conocido a personas muy buenas, de esencia noble, del tipo que yo ya daba por extinto. Me he asombrado por cuán poderosa se puede transformar la memoria en una persona con enfermedades neurológicas. Aprendido...tal vez no mucho, pero lo suficiente para unas cuantas horas de charla constructiva y productiva; lo clásico, también he herido, pero en el buen sentido, en la forma en la que le haces constatar a otra persona de su crítica situación y lo animas a que salga de esa zona apretada e incomoda del confort.

"Se feliz" Con estas simples dos palabras logré vaciar mi hipocampo de emociones negativas que obstruían los buenos canales del vivir. Me fuí a lugares recónditos en la conquista jamás celebrada de un país que jamás ha existido...mas que en el papel y la tinta de mi primer novela, dentro de ella, conocí a un guerrero, platiqué con su esposa e incluso, tuve la osadía de inmiscuírme en la intimidad sexual de estos personajes y al final, como paga les puse a un hijo.

Es bueno recordar el pasado, también es bueno vacilar por el futuro pero ahora, este día, estas semanas, meses o años, quiero vivir con intensidad el presente. Sentir como mis falanjes aprietan con desdén el teclado, escuchar el aire inundando mis 'pulmones e incluso, por que no, dejarme sentir la mano de otra persona entrelazarse entre mis dedos para abrazar su alma sin estrujarle el pecho.

En fin...en fin...AHORA.

Salud y Prosperidad!

P.S. Viva Mahler en el Centenario de su muerte.